Este artículo recuerda que el corazón de los colegios capuchinos late gracias a sus docentes: profesionales que enseñan, acompañan, median, escuchan y sostienen realidades cada vez más complejas.
La espiritualidad franciscano-capuchina siempre nos ha recordado que el ser humano no está hecho para vivir aislado, sino en relación fraterna con los demás.
En los Colegios Capuchinos la educación no es solo enseñanza: es acompañar, acoger y tender la mano a quienes más lo necesitan. Porque cada gesto solidario abre caminos de esperanza en la vida de nuestros alumnos y sus familias.
La formación en dirección de centros educativos es clave para afrontar los retos de sostenibilidad, diversidad y digitalización. Tres nuevos graduados de los colegios capuchinos comparten cómo este curso les ha transformado personal y profesionalmente.